Reseña Padres, hijos, y sobre todo, hermanos en SCRIPTA THEOLOGICA

  • Fecha:29-01-2024
Reseña Padres, hijos, y sobre todo, hermanos en SCRIPTA THEOLOGICA

Entre los caminos elegidos por el Espíritu para guiar a la Iglesia hasta “la verdad completa” (Jn 16,13), ésta siempre ha reconocido en los concilios ecuménicos uno privilegiado y particularmente luminoso. Se comprende así que la reflexión teológica encuentre en ellos un punto firme para la inteligencia y explicación del depósito de la fe. Más particularmente, también se comprende que la ciencia teológica de los últimos decenios se haya aprestado a beber de la doctrina del Concilio Vaticano II, constituido en clave de acceso indispensable para la práctica totalidad de las cuestiones de las que se ocupa. 

De ahí la opción tomada por el profesor Gabriel Richi cuando ha querido ofrecer una visión sintética de la teología del ministerio presbiteral. No ha encontrado mejor modo que tomar como hilo conductor el decreto Presbyterorum ordinis, leyéndolo a la luz de la constitución Lumen gentium, pues partir de la doctrina del último concilio ecuménico supone partir de la comprensión de la revelación a la que el Espíritu nos ha conducido hasta ahora. Además, siendo consciente de que el mismo Espíritu está también presente en el proceso de recepción, presenta la doctrina conciliar interpretada y profundizada por el magisterio posterior, principalmente en la exhortación apostólica Pastores dabo vobis de san Juan Pablo II, pero también en algunas cuestiones esenciales, en la exhortación apostólica Sacramentum caritatis de Benedicto XVI. 

Lo hace, sin embargo, siendo consciente de la diversa densidad teológica que tienen los dos momentos (el “conciliar” y el “receptivo”) manteniendo la prioridad del primero, que es siempre el principal punto de referencia de todo su discurso teológico. No debe olvidarse que el Autor es un gran conocedor también del debato teológico suscitado en torno a la correcta hermenéutica del Concilio. 

Para contextualizar el libro que ahora se comenta, resulta necesario tener también en cuenta otras tres cuestiones: (i) se trata una obra que es fruto de años de investigación y de docencia, por lo que materialmente estamos ante una pro- funda reelaboración de textos previamente publicados, en la que se presenta una completa bibliografía, como indicación de otras posibles lecturas y, en ocasiones, como soporte de las propias tesis; (ii) se concibe como ayuda a la enseñanza y al estudio de la teología del ministerio sacerdotal, tal y como el autor la imparte en el ciclo I de la facultad de teología de la Universidad San Dámaso de Madrid, por lo que, sin ser un manual, tiene la pretensión de ofrecer una síntesis suficiente de los elementos principales de la parte de reflexión sistemática de la materia; y (iii) parte de la convicción de que la teología tiene una palabra importante que decir sobre las vicisitudes por las que atraviesan los presbíteros en el momento presente. 

Esta última cuestión explica la estructura del libro en el que se alternan tres capítulos sobre los capítulos de Presbyterorum Ordinis con tres “cauces abiertos” que se iluminan a partir de la doctrina conciliar y que son, propiamente, te- mas del hoy de la Iglesia y de la vida presbiteral (los dones jerárquicos, la sinodalidad y el carácter esponsal de la gracia sacerdotal y sus consecuencias para su espiritualidad). 

El cuarto y último capítulo, con unas “indicaciones para el camino”, testimonia también este planteamiento vital, en el que la teología sirve a la Iglesia, porque sirve para iluminar la vida de quienes la forman. Por lo que se refiere a la presentación de la doctrina conciliar sobre el ministerio presbiteral, el profesor Richi explica que no ha tenido la pretensión de hacer un nuevo comentario al decreto, sino de exponer el contenido de su enseñanza para reflexionar a partir de ella (cfr. p. 14). 

Para ello, el Autor parte de dos consideraciones que, me parece, fundan todo su discurso. Las desarrolla cumplidamente en el capítulo inicial. La primera es que la doctrina del Vaticano II recompuso la unidad entre teología, ministerio y espiritualidad presbiteral. La segunda es tomar la sacramentalidad como clave de bóveda de toda la propuesta conciliar. 

De este modo, puede explicarse el sacerdocio como presencia sacramental de Cristo, reservando la categoría de mediación para el único que lo es realmente, superar acertadamente la dicotomía entre perspectiva cristológica y eclesiológica en la concepción del ministerio y comprender adecuadamente la articulación de las dos esencialmente distintas participaciones en el único sacerdocio de Cristo (la bautismal y la propia de los obispos y presbíteros). 

Junto a estas dos convicciones fundamentales, en la lectura de la doctrina conciliar que nos ofrece el Autor se encuentran otros acentos. Señalo los que me parecen particularmente luminosos: (i) la insistencia en la unidad del ministerio por encima de su presentación a través del esquema de los tria munera y su radical orientación misionera; (ii) la comprensión de la centralidad de la Eucaristía en la vida del presbítero a la luz de su también centralidad eclesiológica y de la consideración de ésta en los términos planteados por Bene- dicto XVI en Sacramentum caritatis (como misterio que se ha de creer, celebrar y vivir); (iii) el subrayado de las relaciones constitutivas (con el obispo, con los otros presbíteros y con el pueblo) como cuestión imprescindible para no des- dibujar ni la identidad ni la modalidad de ejercicio del ministerio presbiteral, evitando que sean reconducidas al terreno de lo puramente ascético o pastoral; (iv) la comprensión de la llamada a la santidad del presbítero en clave primero bautismal y solo posteriormente ministerial (a través de la caridad pastoral que vivifica todas las tareas) y que comporta un estilo de vida radical a imitación del de Cristo, a quien se hace sacramentalmente presente. 

Algunos de estos acentos se revelan, además, particularmente fecundos para iluminar algunas de las cuestiones que afectan a la teología del presbiterado, pero también al ministerio y a la vida de los presbíteros en la actualidad. Así, partiendo de la lectura de la carta Iuvenescit Ecclesia, Richi afronta las con- secuencias que tiene la consideración de “don” que merece el sacramento del orden: la necesaria complementariedad de la perspectiva pneumatológica a la cristológica a la hora de pensar el sacramento del orden, pero también el radical carácter obediencial que tiene su ejercicio, así como el modo justo de comprender su función de discernimiento de los dones carismáticos. También, partiendo en este caso de la propuesta del papa Francisco de reflexionar sobre la Iglesia desde la categoría de la sinodalidad, afronta su estudio teológico tanto desde las categorías de escucha y de testimonio, como desde las consecuencias que la estructura sacramental de la Iglesia (en torno al bautismo y el orden sagrado) tiene para el correcto desarrollo de una praxis sinodal y de una pastoral en la que esté implicada toda la comunidad cristiana. 

Por último, el recurso a las categorías de Esposo y Siervo, que se aplican a Cristo no de modo figurado, permiten al Autor caracterizar la gracia sacramental específica del orden y su incidencia en la transformación interior de quien la recibe, orientando su vida de modo decisivo hacia un servicio entregado. 

Finalmente, el cuarto capítulo “indicaciones para el camino”, merece un agradecimiento particular. En él se vincula todo el discurso teológico con la necesidad acuciante, experimentada por tantos presbíteros y por tantos que se preparan para serlo, de encontrar puntos firmes desde los que afrontar un cambio de época. Sobre todo, cuando este parece venir acompañado de una fuerte secularización y de una crisis de confianza en la Iglesia y en sus ministros e incide sobre quienes muchas veces han recibido una propuesta espiritual fundamentalmente emotiva y desarraigada tanto de la fe profesada como de la comunidad que la profesa, celebra y vive. ¿Qué decir, pues, de la obra apenas descrita? Quizás, lo primero, que permite varias lecturas. Con toda seguridad, los alumnos del profesor Richi, encontrarán reflejadas en estas páginas una teología sistemática sobre el sacerdocio ministerial a la luz de la doctrina del Vaticano II, que harán bien en aprender e interiorizar, sobre todo, si se están preparando para recibir el sacramento del orden. 

Con toda seguridad, también, los colegas del Autor, dedicados como él al estudio de la teología del sacerdocio ministerial, agradecerán verse conocidos y citados; pero, sobre todo, admirarán la elegancia con la que sigue su propio camino de reflexión sin entrar en discusión con otras posiciones, señalando que existen sólo cuando es estrictamente necesario y demostrando por la bibliografía que cita que las conoce de sobra. Entre colegas –intelligenti–, pauca. 

Se debe decir también, en segundo lugar, que el libro debería estar llamado a suscitar una profundización acerca de no pocos de los temas que se afrontan y para los que el planteamiento metodológico (partir del Concilio) prometen buenos resultados. 

Por todo ello, no queda más que felicitar al Autor por esta nueva publicación, deseando que no sea la última. No es frecuente encontrar autores capaces de aunar profundidad y capacidad de síntesis. Tanto en esta obra como en su “vademécum de eclesiología” (Una débil criatura lleva a Dios, Madrid: Didaskalos, 2020), el profesor Richi ha demostrado ser uno de ellos. 

Nicolás ÁLVAREZ DE LAS ASTURIAS 

Universidad Eclesiástica San Dámaso