Recesión de Fernando Chica en SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 53 / 2021 ¿La verdad nos hace libres o la libertad nos hace verdaderos? Una controversia

  • Fecha:05-04-2021
Recesión de Fernando Chica en SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 53 / 2021 ¿La verdad nos hace libres o la libertad nos hace verdaderos? Una controversia

K. H. MENKE, ¿La verdad nos hace libres o la libertad nos hace verdaderos? Una controversia, ISBN 978-84-17185-51-0.

El profesor Karl Heinz Menke, miembro de la Comisión Teológica Internacional y reconocido erudito por sus muchas publicaciones en el ámbito de la teología, publicó en 2017 esta interesante monografía que ahora la editorial Didaskalos nos ofrece traducida al español con una atrayente presentación del profesor Raúl Orozco. El libro contiene, como se advierte en el subtítulo, «una controversia». ¿Qué relación constitutiva tienen la verdad y la libertad? ¿Cómo se vinculan? El profesor Menke toma como punto de referencia la postura de dos expertos en teología: Stephan Goertz y Magnus Striet. Con la formación y la serenidad de un serio estudioso, mantiene un debate con ellos. Para sus dos interlocutores existe un claro primado de la libertad, que conduciría a decir: «la libertad nos hace verdaderos». Para Menke, y este es el objeto de su libro, la fe cristiana solo brinda una respuesta a esta cuestión: «la verdad nos hace libres». En realidad, esta forma de «disputatio» es únicamente la punta del iceberg de un desarrollo mucho más completo y articulado. El volumen se estructura en tres grandes capítulos. El primero se titula: «El marco de la tensión entre verdad y libertad » (pp. 21-90). En él se plantea la gran cuestión de la autonomía y la autodeterminación del sujeto. Menke retoma una distinción clave del cardenal Newman para tratar de arrojar luz sobre la cuestión de la conciencia que, por una parte, se autodetermina y, por otra, debe ser obediente a la verdad. El segundo capítulo se titula: «La verdad revelada o Cristo y la sacramentalidad de la Iglesia» (pp. 91-140). En él se aborda la vertiente eclesiológica, es decir, cómo la Iglesia, con sus dogmas y su estructura jerárquica, sigue siendo custodia de la libertad cristiana. Por fin, el tercer capítulo «La reforma de Lutero: ¿una inversión del primado de la verdad sobre la libertad? » (pp. 141-190) se refiere sobre todo a la postura del que fuera fraile agustino ante este asunto y demuestra cómo toda la teoría moderna de la «autonomía autodeterminada» no encuentra ningún apoyo en la teología de Lutero. El propio reformador no se vería identificado en los postulados de este protestantismo liberal. Se trata de un libro sustancioso, de recio contenido, con aseveraciones de hondura, no apto para acercamientos apresurados o superficiales. El formato sencillo de la pregunta no debe engañar al lector. Menke saca a relucir su vasta cultura filosófica y teológica para introducirnos en muchas de las grandes discusiones que han recorrido los últimos siglos del pensamiento europeo. Creo que la tesis fundamental a la que apunta el libro se puede resumir, como hace el profesor Raúl Orozco (p. 11), en esta pregunta: ¿Se debe repensar la totalidad de la revelación desde una filosofía primera o metafísica en clave nominalista? Es decir, que el único modo que tendría la Iglesia de reconciliarse con la modernidad sería renunciar a la «sacramentalidad», renunciar a la idea de que la creación contiene un lenguaje salvífico o una gramática puesta por el Creador. Esta es la melodía que aparece continuamente en las páginas del libro. La pregunta que se plantea Menke, y a la que da respuesta en el libro, es si se puede seguir enseñando hoy una fe cuyo fundamento está arraigado en la creación, en la verdad de la creación, y cuyo sentido último es glorificar la carne del hombre a imagen del Hombre perfecto, Cristo. Si la fe cristiana tiene un apoyo en el significado sacramental de todo lo creado, es decir, si la fe cristiana se basa en que lo creado es manifestación de la gloria de Dios, en que la creación contiene los signos a través de los cuales se nos manifiesta el amor de Dios, entonces no podemos admitir el nominalismo como explicación última de todo. La libertad del hombre no es la que da sentido, sino la que reconoce un sentido inscrito por el Creador en las cosas. El lector que asuma el desafío de embarcarse en la lectura de esta publicación verá pronto que aquí no nos encontramos ante una disputa de escuela o ante abstractas elucubraciones de un teólogo, sino ante una encrucijada existencial. Vale la pena citar algunas líneas de la «advertencia inicial» de Menke: «Aquel que, considerando los temas tratados que retornan una y otra vez desde hace años, piense que se trata simplemente de discrepancias en este o en aquel punto de la moral sexual o de la autocomprensión de la Iglesia, no ha entendido la seriedad de la situación. No se trata tampoco ya de hacer un ajuste más entre la adaptación o la liberalización. Tampoco se trata, como se ha presupuesto a menudo en el contexto de la celebración de los cincuenta años de la apertura y cierre del Concilio Vaticano II, de la correcta lectura de los documentos conciliares. Se trata, más bien, de la respuesta a la pregunta fundamental sobre si la libertad nos hace verdaderos o la verdad nos hace libres» (pp. 18-19). Hablamos, en efecto, de la respuesta a esta cuestión clave, medular y existencial, de la relación entre verdad y libertad. Con lo dicho solamente se ha esbozado la riqueza teológica de este libro. Estamos ante un texto cargado de verdadera sabiduría cristiana, de aquella sensatez y rigor que estimula el intelecto y aviva la fe. Hay que leerlo con calma, siguiendo el hilo de los razonamientos, saboreando las afirmaciones, cultivando el gozo de pertenecer a la familia de los discípulos de Cristo que, como miembros de la Iglesia, avanzan por este mundo hacia la patria celestial. La dialéctica que se explaya en este volumen comunica al pensamiento ardor y pujanza, madurez y ponderación. Detrás de la disquisición se vislumbra la sed por lo justo, detrás de la enjundia científica se atisba la fuerza de las propuestas, la búsqueda de lo auténtico, de aquello que no es fruto de modas o propagandas. En definitiva, esta monografía no es solo la obra de un gran teólogo. Es además el esfuerzo de un hombre de fe, que analiza con esmero un tema en el que se juega el ser o no ser de lo cristiano; que expone, es verdad, con la competencia del hombre de ciencia, pero, al mismo tiempo, con la sencillez y la claridad del fiel devoto que anhela proteger y promover el sensus fidelium. Agradecemos a la editorial Didaskalos poner a disposición de los lectores de habla hispana esta magnífica publicación, un escrito de gran calado, que incita a activar el pensamiento y a encarar argumentos para nada triviales. 

Fernando CHICA