La revista Huellas en Julio 2025 publica reseña de Gabriel Richi

Alegría para el tiempo y la eternidad condensa en menos de cien páginas el atractivo de la aventura humana del matrimonio; y lo hace sirviéndose del método más eficaz: el testimonio. «Sin horizonte, la nave no parte». Lejos de la tentación de proporcionar una colección de recetas que aseguren un matrimonio exitoso, lo que Gabriel Richi propone es abrir el horizonte inmenso de la aventura del matrimonio cristiano. El libro nos deja con el buen sabor de la promesa reservada a quienes aceptan el desafío humano de decir «sí» a un amor que pide ser para siempre, y con la necesidad de pedir al Señor que hace posible que esta promesa se cumpla. El método escogido por el autor para introducirnos en esta aventura es el del testimonio. El libro nos introduce en la profundidad del valor del matrimonio y en el camino para vivirlo a través de las cartas que el escritor francés Léon Bloy cruzó con Jeanne durante su noviazgo. Nos acompañan en este recorrido otras figuras que despliegan ante nosotros no un ideal abstracto, sino el vertiginoso camino humano que empieza con el atractivo de un encuentro, el deseo de que esa compañía dure para siempre y la constatación de que uno –por mucho que quiera– no puede asegurar el cumplimiento de la promesa contenida en la experiencia del enamoramiento. Si la experiencia del amor encierra una promesa que uno no puede cumplir, ¿quién y cómo puede cumplirla? Si los esposos no cumplen la finalidad del matrimonio, ¿cuál es la verdadera utilidad del amor entre el hombre y la mujer? ¿Cómo y dónde puede crecer y ser custodiada la experiencia del amor? ¿Cuál es el horizonte último y la tarea a la que se llama a los matrimonios? Además de Léon Bloy, iluminan este trayecto los testimonios de Dante y Beatrice, Tobías y Sara, Don Camilo y Doña Proeza o San José y la Virgen María. A través del testimonio de sus vidas, el autor va desvelando las respuestas a estas preguntas que jalonan la vida de todo matrimonio dispuesto a vivir con plenitud. En la era de los especialistas y las recetas para el uso, propias de los libros de autoayuda, se agradece un libro que nos demuestra que la mejor ayuda para caminar por la vida es la que nos presta un amigo que nos permite elevar la mirada. Alguien que –como hace el autor– proponga de nuevo el horizonte totalizante de la fe, y que nos acerque a aquellos que han recorrido ese camino antes que nosotros. Un libro, en definitiva, capaz de devolvernos una mirada agradecida hacia el otro con quien compartimos la vida, y hacia Aquel que origina, sostiene y orienta la vocación.
Antonio Lázaro