El Imparcial, por José María Méndez: Persona del yo al tú

El Imparcial, por José María Méndez: Persona del yo al tú

Con este título acaba de publicar Javier Barraca una novela, que ha ganado el Vº Premio Didaskalos (Editorial Didaskalos 2022). La narración es breve (153 páginas). Pero el argumento es sin duda original y de gran actualidad.

Un prometedor joven, llamado Miguel, que ha obtenido un doble doctorado en Filosofía y en Derecho, entra en contacto con una ONG cuya denominación es PERSONA. Esta es descrita como integrada por gente de gran valía personal y profesional, muy potente económicamente y extendida por todo el mundo. Sus ideales son estrictamente laicos y evitan toda connotación religiosa. Defienden los Derechos Humanos respaldados por Declaraciones solemnes y aceptadas por toda la humanidad en 1789 y 1958. Y proclaman la Tolerancia como el valor supremo y universal.

Miguel se entrega a la causa de PERSONA con toda el alma y pronto alcanzará un puesto directivo en ella, gracias a su plena dedicación y eficacia.

Sin embargo, con el tiempo acaba por darse cuenta de que sus miembros no son tan tolerantes de obra como de palabra. Santiago, un abogado relevante, que con su bufete significaba mucho para PERSONA, es expulsado con malos modos por haberse dejado “contaminar” por ideas religiosas. El protagonista Miguel entra en aguda crisis interna, acaba por apartarse de PERSONA y dirigir sus simpatías hacia otra asociación claramente religiosa llamada EMMANUEL.

Por ello es perseguido por la poderosa y “tolerante” ONG, que le priva de medios económicos. Miguel había trabajado desinteresadamente para esa ONG y no había ahorrado nada para sí mismo. Tiene que pasar por la honda humillación de volver a sus padres y pedirles que le den habitación y comida.

El relato es presentado como un diario que lleva Miguel. En él aparecen diversos valores y antivalores, que se prestan a un comentario.

La primera cuestión es el secretismo. En su primer y ardiente entusiamo por la ONG escribe Miguel: “Creo que lo anterior da idea de nuestro peculiar carácter interno, sumamente reservado; algunos dirían casi 'secreto' . La reserva se refiere a nuestra vida y estructura organizativas, que no nos está permitido revelar, salvo casos excepcionales” (Pag. 18).

El secretismo ha sido la característica de muchas asociaciones guiadas por fines excelentes y benéficos para la humanidad. Por supuesto, el secretismo de las asociaciones para delinquir es perfectamente comprensible. Lo que ya es más difícil de entender estriba en qué pueda justificar el secretismo, cuando los fines que se persiguen no tienen nada de censurable y en cambio mucho de laudable. Fue el caso típico de muchas logias masónicas en el siglo XVIII. Es el caso de algunas instituciones religiosas en tiempos más recientes. O de ciertas ONGs laicas de nuestros días. Da en el clavo Barraca al describir a PERSONA con la nota del secretismo.

Estamos hablando exclusivamente de la pertenencia o no de alguien a estas asociaciones. No nos ocupamos del ama de casa que oculta la receta de cocina que tanto éxito tiene entre sus invitados. Ni de las empresas que han descubierto una ventaja de cualquier tipo y quieren explotarla legítimamente. Repito. Se trata de saber si Fulano de Tal pertenece o no a una asociación concreta, y del tipo de compromiso que tiene con ella, si es que hay varios.

Admitamos que con el secretismo puedan lograrse provechos o ventajas a corto plazo. Aceptemos también que esos provechos o ventajas sean benéficos para la humanidad. Pero aun así a largo plazo el secretismo siempre produce consecuencias desastrosas. Se suscita la desconfianza y surge la sospecha de que se oculta algo, porque no es éticamente defendible. A largo plazo quedan destruidos y anulados todos los posibles beneficios que puedan obtenerse a corto plazo.

Cuando se extiende la opinión de que la institución X es más o menos secreta, hasta por buena educación no nos atrevemos a preguntar a alguien, si pertenece o no a X. No tenemos inconveniente en preguntarle si es socio o no de tal equipo de futbol, y hasta de tal partido político. Pero cuando la sombra del secretismo se ha extendido sobre X, no hay un medio seguro y rápido de salir de dudas y sin tener que preguntarle al interesado.

Por eso brindo a todas las instituciones tipo X un método para lograr la total transparencia en este tema. Conseguirían eliminar cualquier acusación de secretismo. Bastaría que en sus páginas WEB hubiera una entrada en que se ponga el nombre y apellidos de la persona objeto de nuestra curiosidad. Y que se obtenga inmediatamente una de estas dos posibles respuestas. Primera, “sí, y con tal tipo de adscripción”. Segunda, “no, la abandonó en tal fecha”.

Si esto no se hace, las instituciones tipo X no pueden quejarse luego de que se desconfíe de ellas. El precio que se les pide por eliminar el secretismo es muy barato.

En conclusión, “Respeto a la persona”, “Tolerancia” y “Paz” designan en esencia lo mismo, sólo que visto desde tres perspectivas distintas. Además, y contrariamente al ideario de PERSONA, la Tolerancia no es el único valor ético, y menos aún el supremo. Por debajo de ella está el Respeto a la Naturaleza, que condiciona la Tolerancia-Paz como un valor más fuerte en caso de conflicto. Y por encima está el resto de los valores de la Tabla. Son más débiles que la Tolerancia-Paz y ésta prevalece en caso de conflicto. Pero quien que asciende por la Tabla no puede pararse en el escalón de la Tolerancia-Paz. Tiene que seguir subiendo y completar su actitud tolerante con el resto de los valores éticos. Debe ambicionar la perfección ética que se propone a toda persona individual, y de rebote a la sociedad.

La tercera cuestión axiológica que suscita este libro es la presencia de los valores religiosos en la vida humana. Imagino que la intención última de la novela de de Barraca es la de recordarnos que sólo la Religión satisface al completo los deseos de felicidad del ser humano.

“Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”, reza la frase inmortal de San Agustín. Barraca viene a decir lo mismo cuando concluye su libro así: “Y la esperanza, esa hermosa niña chica que brilla en la noche, frágil y vulnerable entre sus dos hermanas -la fe y la caridad-, según cantó el poeta, ¿no constituye acaso nuestra común vocación, la más profunda vocación de toda y cada persona?” (Pag. 153). La verdadera vocación humana es ser felices con Dios en el cielo. La axiología expresa esta misma idea recurriendo las nociones de “altura” y “fuerza” que nos legaron Scheler y Hartmann. Los valores religiosos son los más altos y menos fuertes de la entera escala valiosa, cuando la reducimos a los cuatro estratos fundamentales de Economía, Etica, Estética y Religión. Los valores religiosos constituyen el cuarto escalón de esa escala, la cima axiológica, la cumbre de lo valioso.

Por otra parte, la formalización reciente de la lógica ha revalidado el viejo argumento ontológico de San Anselmo. Dios existe por el hecho mismo de que los hombres poseemos el pensamiento y el lenguaje. En verdad Dios es para nosotros Alfa y Omega.

Otra cosa es que quienes desconocen tanto la Lógica como la Axiología no se hayan enterado. Las televisiones y demás mass media no dan esta noticia. Y las probabilidades de que lean el libro de Barraca son casi cero. ¡Ojalá que este artículo sirva para que alguien se interese por su novela!